Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas UC
La Universidad nunca puede dar la espalda a la sociedad porque fue fundada precisamente para convertirse en un reservorio moral desde donde emanarían las grandes ideas en busca de las soluciones a los problemas de la sociedad en que esta inserta.
En ese sentido fue una sorpresa agradable ser testigo de la presentación por parte del Centro de estudiantes de un Documento referido al problema universal del femicidio con su elemento subyacente, la inequidad de género.
La presentación la hizo el Director del Departamento de Ciencias Sociales el Prof. Dominique Demmelene. Se abrió un debate amplio sobre el tema, moderado por la Profesora Susana Aldana del Departamento de Ciencias de la Comunicación, y la participación general fue entusiasta, debiendo resaltar particularmente el empeño demostrado por profesores jóvenes como una prueba patente del avance del proceso de relevo generacional tan necesario.
Una de las inquietudes más significativas fué la expresión de la necesidad de trasversalizar el tema de género en las diversas disciplinas de esta casa de estudios, que de ese modo estarían encarando una preocupación actual extendida a nivel trasnacional y cuya solución requerirá de la colaboración de todos y particularmente de la Universidad como parte de su misión de servicio a la comunidad, que junto con la de enseñanza, investigación e innovación, constituyen los ejes de su rol.
Particularmente satisfecha con el compromiso demostrado por el demos, con una problemática candente, al salir de la reunión de la Sala Adriano Irala Burgos en el edificio de La Providencia, me topé con otra realidad descarnada no se si más urgente, pero que de tan extendida se vuelve ya como algo normal y cotidiano.
Cruzando el Callejón Comuneros, vi en los corredores de la Catedral un espectáculo sobrecogedor. Se trataba de los campesinos expulsados de la zona de Guahory que estaban sobreviviendo estoicamente una noche de lluvia y frío. Sobrecogida observé niños de pecho y de primera infancia descalzos jugando en el callejón, albergados por precarias carpas de hule. Era el encuentro sorpresivo con esa otra gran realidad nacional la de la pobreza y el abandono del campesinado.
No pude evitar cotejar y comparar lo que minutos atrás había experimentado en el encuentro de Profesores de nuestra facultad, una autentica torre de marfil en comparación con las carencias tan urgentes de personas del siglo XXI con la que incluso coexistimos pues lastimosamente fuimos incapaces de convivir.
Bienvenido el recambio generacional, pero es igualmente oportuno resaltar que la agenda sigue pendiente y que las soluciones nunca llegan. Tal vez el camino a seguir en busca de un alivio a estas descarnadas realidades sea vincular Universidad con políticas públicas y ser contralores permanentes de la gestión.
El sufrido Paraguay merece que finalmente las instancias de Educación terciaria cumplan también el rol de Responsabilidad Social. Octubre, 2016. Beatriz González de Bosio.