03.07.2008 15:58
Sr. Prof. Doctor José Antonio Moreno Ruffinelli
La Asociación de Profesores de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas de esta Universidad considera que tiene la obligación moral de manifestarle y solicitarle cuanto sigue.
Su nombramiento como Rector de esta casa de estudios, y más aún, su aceptación del cargo ha sido en un primer momento objeto de nuestra preocupación y de nuestra reflexión. Pero a estas alturas debemos manifestarle que nos vemos compelidos a expresar nuestro más contundente rechazo a la posibilidad de que sea precisamente Usted quien asuma la responsabilidad mayor de nuestra Universidad. Lo hacemos por cuatro motivos.
1. Usted y sus tiempos
Usted ha sido una de las tantas personas que, adherentes y gestores del ciclo de dictaduras más feroces que vivió nuestra región, supieron reposicionarse en las democracias, y curiosamente, autoproclamarse a sí mismos como campeones de ellas. Y no sólo ello: sino también exigir a los demás dicho reconocimiento. Así pues, nos encontramos ante una paradoja histórica: Usted –y basándonos en su propio decir- ha tenido que ver con leyes que han cercenado libertades, como con leyes que las han fortalecido posteriormente.
Uno de los más frecuentes intentos de resarcimiento que los “nuevos demócratas” han planteado para blanquear su pasado es la alusión a la noción “tiempo”. Así lo hace Usted: quienes objetamos su pasado, soslayaríamos de una manera reduccionista el hecho de que en efecto, eran otros tiempos.
Completando sus afirmaciones o extrayendo las consecuencias de ellas podríamos decir que a otros tiempos, correspondían otras acciones, y más aún: otros principios éticos. Le proponemos entonces una aporía: “aquellos” tiempos suponían –por lo menos- su adhesión a la ley 209; mientras que “estos” tiempos suponen tratar a aquella ley como abominable. Así, el principio de reconocimiento irrestricto del valor de la persona humana se subordina a los “tiempos que corren”. Incluso, podríamos hacer un esfuerzo por comprenderlo: después de todo, uno es uno y sus circunstancias.
Pero permítanos recordarle que “aquellos” tiempos, no solamente fueron “aquellos” para Usted. “Aquellos” también fueron los tiempos en los que muchos muchos profesores y alumnos de esta Universidad fueron sometidos a cárceles, tormentos y otros tipos de apremios y vejámenes entre los que en una incompleta lista podemos citar a: Víctor Riquelme, Efraín Enriquez Gamón, Gato Chase Sardi, Mauricio Schwarzman, Domingo Laino, Pepito Morínigo, Diego Abente, Raúl Monte Domecq, Oscar Rodríguez, Nenena Kannonikoff, Melquíades Alonso, Fernando Masi, Carlos Rivarola y Mario Schaerer Prono, este último asesinado en las cárceles del dictador.
Entre estos nombres omitimos los de numerosos docentes, estudiantes y funcionarios administrativos -con iguales o mayores merecimientos para ser citados en la lista precedente, que fueron golpeados por las hordas que en “aquellos” tiempos trepaban a la Facultad por la zona de su actual estacionamiento y disciplinaban a una Universidad que luchó por las libertades que Usted obstruía entonces. Son las libertades que Usted “promete” garantizar en “estos” tiempos.
Comprenderá nuestra insistencia, sólo se lo recordamos. Usted supo de todo esto entonces y lo sabe ahora.
Señor Moreno Ruffinelli: el espíritu de aquellos tiempos tras los que Usted se ampara eran los mismos que nuestros colegas sufrían en las cárceles de la dictadura. Señor Moreno Ruffinelli: no es cuestión de tiempos, es cuestión de opciones. Nuestros colegas, torturados entonces, tomaron sus opciones. Usted tomó otras.
Y si esto no fuera suficientemente categórico, deberíamos también decir que así como en tiempos de la dictadura aletargaba dentro suyo el demócrata en el que dice Usted haberse convertido, no nos es arbitrario presumir que ahora, en tiempos de democracia, duerma dentro suyo el defensor del autoritarismo que Usted fue. Futuros tiempos autoritarios podrían volver a contar con los servicios que Usted les prestó en el pasado. Su principio es simple: Usted se atiene a los tiempos. El nuestro es más simple aún: la dignidad humana no está sujeta a tiempos.
Señor Moreno Ruffinelli, su argumento temporal es un sofisma insostenible. ¿Es que esto no le plantea a Usted algún tipo de pudor?
Si en lugar de aludir al espíritu de los tiempos, hubiera preferido Usted resarcirse tras algún tipo de reconocimiento público –una disculpa, seguida de un expreso arrepentimiento, por ejemplo- francamente, no hubiéramos sabido qué hacer ante su nombramiento. No sabemos si el mero pedido de disculpas redime a un funcionario de tan sentida adhesión a la dictadura, como lo fue Usted Porque no sabríamos si tales disculpas se hubieran originado en un genuino arrepentimiento. Pero habría que reconocer que eso hubiera sido algo. Por lo menos algo. Pero, hasta donde sabemos no fue así.
Usted tiene derecho a saber que cada vez que se encuentre con muchos de nosotros y nosotras, docentes, estudiantado, personal de dirección o administrativo, visitantes, y muchos más –más de los que Usted podría imaginar-, no logrará más que evocar en nuestras mentes esa nómina, esas vejaciones, esos garrotes. Este país que nos dejó el estronismo. En síntesis: será Usted la garantía de que evoquemos permanentemente “aquellos tiempos”. Es decir, nuestra forma de comprenderlos: los tiempos de una dictadura.
Pero todo esto, Señor Moreno Ruffinelli, se vincula íntimamente con el punto siguiente.
2. Usted y su capacidad intelectual
Su capacidad intelectual es indiscutible, y es esto el sincero reconocimiento a una virtud que encarna Usted de una manera visible. Pero ya que dicha virtud es ostentada como un atenuante de su pasado, o como garantía de un futuro de buena gestión universitaria, también quisiéramos aludir a esa, su condición de hombre capaz. Las capacidades de las personas están en íntima vinculación con las posibilidades de desarrollo de esas potencialidades. Vemos que en sociedades tan inequitativas como la nuestra, millones de capacidades humanas se diluyen tras la pobreza o la exclusión.
Digamos en primer lugar que sus propias capacidades han tenido una ventaja que no han tenido las capacidades de otras personas. La adhesión al estronismo en tiempos del estronismo era una gran ventaja sobre aquellas personas cuyas capacidades no pudieron desarrollarse por el cierre de carreras, el disciplinamiento social, el destierro o las cárceles. Señor Moreno Ruffinelli, valoramos su capacidad, y de ninguna manera soslayamos los esfuerzos que Usted ha hecho para desarrollarla, pero tampoco podemos abstraer sus propias aptitudes de las condiciones que le permitieron ser lo que es: un hombre capaz.
Por otro lado, digamos también que las capacidades no son un fin en sí mismas: las personas no solo somos capaces, sino que también somos capaces de cosas. Las personas utilizan su propia capacidad subordinándola a proyectos de vida, a opciones, a deseos, a anhelos e inclusive, utopías. Señor Moreno Ruffinelli: ya hemos hablado suficientemente sobre la cuestión, sabemos que Usted subordina sus capacidades a “los tiempos”. Es decir, decidió subordinar sus capacidades a “aquellos” tiempos.
Por otro lado, también debemos decir que su capacidad no afecta hasta el momento a nuestra Universidad: es Usted titular de una cátedra en la Facultad de Derecho y Ciencias Jurídicas. ¿Es Usted asiduo concurrente a sus propias cátedras?
Sabrá Usted que es muy difícil avalar una autoridad intelectual, si ella no es a su vez, avalada en una autoridad moral.
3. Usted y la Universidad participativa que promete
Usted nos promete una Universidad participativa y acorde a una sociedad que requiere más que nunca de espacios de reflexión. Nos permitimos dudar de este proyecto, aún –le concedemos- cuando Usted lo planteara francamente, cosa que también creemos posible. Pero no se trata esto de un prejuicio antojadizo: nuestra Universidad, aquel oasis de libertad que supo ser, se propone a sí misma unos estatutos que derogan cualquier posibilidad de participación, que sí garantizaban los estatutos anteriores.
Para promover una universidad participativa y en el caso de que ese fuera efectivamente su proyecto, debería Usted desoír precisamente los estatutos restrictivos de participación que son aquellos a los que Usted deberá atenerse, y los que promete implementar como marco de su proyecto. A qué decirlo a estas alturas, hay aquí una contradicción: promete hacer lo que los estatutos dicen, promoviendo aquello que los estatutos restringen.
Y, hay que decirlo, si Usted se encontrara en una disyuntiva entre los estatutos y la participación, cosa que en un quinquenio podría sucederle en reiteradas oportunidades, tenemos sobrados motivos para presumir cuáles serán sus opciones. Y le recordamos lo que muchos colegas ya sostenían desde la clandestinidad a la que obligaba el estronismo: la participación es un derecho no sujeto a tiempo alguno.
4. Usted y nosotras y nosotros
El hecho de que Usted acepte la responsabilidad de ser nuestro Rector, es decir, quien rija nuestra vida académica, nos obliga moralmente a ser claros al respecto. Con nuestro silencio ante su nombramiento estaríamos avalando principios que no estamos dispuestos a enseñar a nuestro alumnado y que de ninguna manera pueden constituir una Universidad como núcleo de reflexión social. Si Usted aceptara el cargo, y simplemente fuéramos espectadores silenciosos de ello, si simplemente ello sucediera, seríamos cómplices de impunidad, olvido y cinismo razonado.
Seríamos cómplices de la impunidad que Usted goza, a pesar de un pasado de adhesión a una dictadura. Entonces, aceptaríamos sin más que Usted puede gozar -sin más- de todos los beneficios de una dictadura y, también, de todos los de una democracia.
Seríamos cómplices del olvido, que es la condición que Usted necesita para ofrecernos –como lo hace- una Universidad participativa. Sólo podríamos creerle a condición de olvidar todo aquello que ha sido Usted capaz de defender y justificar.
Seríamos cómplices del cinismo razonado al aceptar que Usted no tiene nada que decir de su pasado, excepto, que eran otros tiempos.
No estamos dispuestos a semejante complicidad frente a alumnos a los que pretendemos formar como constructores de un mejor Paraguay.
Doctor Moreno Ruffinelli, no parece estar Usted en condiciones de regirnos porque el único motivo que tendríamos para aceptar su autoridad es simplemente el lugar que lleva su nombre en el organigrama de la Universidad. Debe Usted saber que no tenemos otro motivo para trabajar junto suyo: si jerárquicamente es Usted una autoridad, moralmente no lo es. Y difícilmente pueda serlo.
Señor Moreno Ruffinelli, la cuestión es simple: el problema no es su pasado, el problema es cómo trata Usted su pasado desde su presente.
Pero creemos en la posibilidad del arrepentimiento, creemos en la posibilidad de sentir pudor por las propias acciones, de enmendar el pasado desde el presente.
Por Usted y sus tiempos. Por Usted y su capacidad intelectual. Por Usted y una Universidad participativa. Por Usted y Nosotros y Nosotras, Señor Moreno Ruffinelli se lo pedimos con el mayor de los respetos a su persona:
Renuncie a la posibilidad de ser el líder de personas que adherían a la democracia en “aquellos”, los mismos tiempos en los que Usted era un defensor de la dictadura.
Renuncie Doctor José Antonio Moreno Ruffinelli.
Renuncie a la posibilidad de ser Rector de nuestra Universidad.
Simplemente: renuncie.
Asociación de Profesores de la Facultad de Filosofía y Ciencias Humanas
Asunción, 3 de julio de 2008.
Contacto: aproffch@uc.edu.py